
Con sus instrumentos autóctonos, que son flautas, tamboriles y cañas con
pañillos, hacen las delicias musicales de todos los aficionados al tamboril y
la flauta, que es el acompañamiento musical de todas las hermandades que
peregrinan a los pies de la Blanca Paloma, en la aldea del Rocío de Almonte. Un
trabajo fresco, ameno, y lleno de compás, tanto en las sevillanas como en el
popurrí de rumbas.
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